«Tacto»

   ¡Holo, ángeles caídos!

   Vaya, ¡estoy que lo tiro con las entradas este mes! Pero no esperéis más de mí JEJÉ. Solo quería agradecer a esos 27 ángeles caídos que le diesen al botón de seguir y al resto por dedicar unos minutos de su vida en leer mis reflexiones, quejas y mini-relatos. Muchas gracias, de verdad ♥

   ¡Espero que os regalen muchos tulipanes rojos!

   Tan solo necesitas una mano para darte cuenta de lo que has cambiado. La tuya propia no marca la diferencia; lo hace la de otra persona. Una con la que hayas estado desde el principio.

  Colocas la palma de tu mano sobre la de tu madre. La tuya se ve pequeña y delicada en comparación. Más rechoncha, quizás. Es una mano de bebé con pliegues de los dedos y las espirales de las yemas definidos. La mano de tu madre es una versión más grande de la tuya, a pesar de que no se parecen en nada.

   Creces, al igual que tus manos. Las de tu madre están más ásperas e incluso callosas. Ha trabajado duro para ti con tal de hacerte feliz. Tú le agradeces el esfuerzo con el simple hecho de existir.

   El momento en que vuestras manos se entrelazan puede durar tanto como un aleteo de pestañas o como una vida. Aunque vuestros cuerpos estén separados, hay un hilo invisible que os une. Siempre sentirás su mano agarrándote para darte apoyo. Puede que a veces os enfadéis, o que no os llevéis bien, pero siempre quedarán vuestras manos.

Da igual con quien tengas más afinidad.

Da igual la mano. Una mirada, una sonrisa, los mofletes.

Da igual el tiempo. El cuerpo es una cáscara que se marchita.

Lo importante es el tacto.